Los desafíos que planteó la pandemia de la covid-19 al comercio frutícola parecen un juego de niños frente a los problemas que surgen a raíz de la guera entre Rusia y Ucrania. “La Argentina es uno de los países más afectados, porque normalmente envía importantes volúmenes a Rusia”, contó Betina Ernst, de TopInfo.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha conmocionado al mundo. Los europeos y los estadounidenses se ven identificados con Ucrania, por lo cual sienten lo que está sucediendo casi a propia piel. Con independencia del conflicto militar, cada vez salen más a la luz las consecuencias que este conflicto acarrea para la economía, para el comercio y para las finanzas de todo el mundo. En un mundo globalizado un conflicto como este tiene consecuencias graves sobre todos los aspectos de la vida.
“Rusia es el primer importador mundial de frutas templadas, debido a las limitaciones climáticas que restringen la producción en el propio país. Figura en primer lugar en importación de manzanas, de peras, de naranjas, de mandarinas, de pomelos, y en segundo lugar en limones y de uvas. De estas frutas, importa casi 3 millones de toneladas”, precisó Ernst.
Añadió que dentro del hemisferio sur los principales proveedores son la Argentina y Sudáfrica. “En el período 2020-21 nuestro país envió 160.000 toneladas: 71.000 de peras, 41.000 de limones, 20.000 de mandarinas, 16.000 de naranjas, 9.500 de manzanas y 2.500 de uvas. Esto representa, según el caso, entre un 10% y un 40% del total exportado por cada fruta”, señaló la especialista.
Contó que ahora hay 11.000 toneladas de peras y de manzanas sobre el agua, lo que representa un tercio de lo que se embarcó hasta el momento de la nueva campaña a ultramar. “Los números muestran claramente la dependencia que tiene la exportación argentina de fruta fresca de Rusia”, advirtió.
El primer efecto de la guerra sobre la economía global fue un aumento desmesurado de los precios del gas y del petróleo, que han escalado a récords históricos. Pero a medida de que fueron pasando los días, se vio que toda la economía -en especial, algunas actividades- se vieron seriamente afectadas. Es el caso, por ejemplo, de las industrias automotriz o de fertilizantes.
“El incremento del costo enérgico tendrá mayor incidencia sobre las industrias para las cuales resulta un insumo esencial. También afectará el poder adquisitivo de la población y a los Gobiernos, que tendrán que desembolsar más para energía, lo que reducirá los fondos para otras actividades”, dijo.
Explicó que en Rusia se espera una fuerte caída del consumo de fruta; principalmente, de la importada. “Esto se debe a que el costo de la fruta aumentó fuertemente a raíz de la devaluación del rublo, de los problemas logísticos y del efecto del pánico de la población, que trata de acopiar mercadería ante la situación de incertidumbre. Según trascendió, el precio de las frutas en los supermercados rusos se duplicó en un día”, destacó.
Añadió que en los países vecinos de Rusia se teme que los efectos de la guerra y la incertidumbre afecten los ánimos del consumidor: “es muy probable que no haya un gran entusiasmo por comprar fruta; y menos de las más caras”.
Ernst insistió en que se espera una fuerte caída de las importaciones de frutas por parte de Rusia debido a una conjunción de factores: restricciones impuestas por la mayoría de los países del hemisferio norte, el derrumbe del rublo, las dificultades de cobranza y los problemas logísticos. “Pero esta reducción de importaciones será diferente según cada país y la relación política con cada uno. Por ejemplo, Rusia el 1 d enero volvió a permitir la importación de manzanas y de peras de China. Turquía también es un gran proveedor de frutas y hortalizas a pesar de los conflictos que tuvo en años previos”, contó la experta de TopInfo.
En lo referente a la logística y transporte, indicó que las principales navieras -MSC, Ocean Network Express, Hapag Lloyd, Maerks- decidieron suspender temporalmente el envío de contenedores a Rusia. “Esto llevó a que la semana pasada la mayor parte de los contenedores con destino a Rusia quedó bloqueada en Rotterdam o en otros puertos. Luego se revocó la decisión, y se priorizó el envío de carga perecedera. Pero, muchos de esos envíos se habían descargado, con la intención de ubicar la mercadería dentro de Europa”, dijo.
A criterio de Ernst, un grave problema que se vienen dando desde el inicio del conflicto es la devaluación del rublo: se da día a día, y aún no se puede prever cuándo llegará a su piso.
Finalmente, agregó que aparecen los problemas de cobranzas, ya que al excluirse varios bancos del Swift -sistema mediante el cual se realizan las transferencias internacionales- surge el inconveniente de cómo se harán los pagos. Aunque existen alternativas, estas serán complicadas, caras y llevará un tiempo implementarlas. Pese a que las grandes cadenas comunicaron a sus proveedores que el envío de dinero está asegurado, nadie puede estar seguro de recibir el pago. “Las aseguradoras de crédito retiraron su cobertura. Otro factor que desalienta a los exportadores es el derrumbe del rublo: hay temor que el comercio sea económicamente sostenible o resulte en importantes pérdidas”, dijo.
Algunos exportadores adelantaron que solo enviarán fruta a Rusia si tienen la cobranza asegurada, pero la gran incógnita está con la fruta que está sobre el agua, si esta logrará ingresar Rusia, o si se llegará a cobrar correctamente.
Excepciones
Bielorrusia y Serbia fueron los dos países europeos que no condenaron a Rusia por la invasión a Ucrania. La respuesta de Rusia fue inmediata. A Serbia, el 1 de este mes se le levantó el embargo al envío de fruta, que se había dictado el 1 de enero. Por lo cual tiene nuevamente permitido enviar camiones vía Bielorrusia para abastecer al mercado ruso con sus manzanas.
Si bien la Argentina condenó oficialmente al ingreso de las tropas rusas a Ucrania, aún no se adhirió a las sanciones económicas que Occidente está aplicando a Rusia.
“Hay múltiples desafíos planteados, y en este momento nadie puede dar un panorama claro de la situación. Se están viviendo tiempos de gran incertidumbre y de constantes cambios. Por lo cual, solo se puede hacer un borrador de los posibles escenarios. Pero queda claro que, así como el mundo pospandemia ya no es el de antes; tampoco lo será el de posguerra. Y esperemos que este llegue lo antes posible”, anheló Ernst.